Hoy me he levantado alegre y retozón y, en consecuencia, reconciliado con la obra de ampliación de El Musel. Y es que hoy me he despertado con resaca, pensando que las excusas que nos han dado para justificar los sobrecostes son, desde luego, verídicas y, además, ciertas.
Efectivamente, amigos, mi yo interior (el ente de comunicación que llevo dentro) me dice que sí, que esos sobrecostes son posibles; que nadie se quedó con un solo euro; que los trabajos han de costar al menos 135.000 millones de pesetas, 35.000 millones más de lo inicialmente previsto, sin que nadie salga beneficiado (excepto el circo del Sol, que tendrá un enorme espacio para poner su carpa); que ¡basta ya de difamar a los honrados responsables de la actuación!
Por fin lo he aceptado. Sigo sin comprender por qué la cuantía de los sobrecostes no asusta a la opinión pública, pero he asumido que esa inimaginable cifra de 210 millones de euros se irá al fondo del mar en forma de cubos petrificados, para rellenar el espacio que se quiere ganar al océano. He aceptado que los sobrecostes no se cuantifican, por tanto, en euros, sino en piedrólares.
Pero una cosa es reconocer que nadie robó ni un solo euro y otra aceptar que una obra pública tenga unos sobrecostes del 40% (de momento) sin que se depuren responsabilidades. Asumimos que en el puerto no hay ladrones. Pero, entonces, hay ineptos. Sólo quedaría una tercera opción al margen de la ineptitud o la corrupción: la negligencia, que viene a ser una mezcla de las dos anteriores.
Pero yo ahora creo firmemente en la honestidad de los responsables de la obra. Creo, de veras, que son ineptos. Y la ineptitud es, a todas luces, no un atenuante, sino un eximente, ya que ninguna persona es culpable de su ineptitud. En todo caso, la culpa de que la ineptitud de algunos haya generado en la obra de El Musel sobrecostes superiores al presupuesto de una ciudad como Avilés, debe recaer en la persona o las personas que otorgaron responsabilidad a los ineptos; empezando por los rectores de la universidades en las que les dieron sus títulos (los que los tengan), y acabando por los políticos que les han dado la posibilidad de gestionar una obra cuyo coste final será, posiblemente, superior a la suma de los presupuestos de las ciudades de Oviedo y Avilés.
Qué equivocado estaba cuando pensaba que alguien podía haberse quedado con la pasta. Qué gran error cometí al desconfiar de los responsables de la ejecución de la obra más importante de nuestro tiempo en Asturias. La verdad estaba ahí fuera y al final la he sabido ver: son todos unos ineptos, inútiles, ignorantes, incapaces, incompetentes, ineficaces, nulos, torpes, inhábiles, negados y obtusos.
Ofrezco, por tanto mi más sinceras disculpas a quienes se hayan podido sentir agraviados por las insinuaciones (ahora sé que desencaminadas) que haya podido plasmar en este blog y hayan podido ofender a los honestos responsables de la obra de El Musel.
Un cordial abrazo
El Pley
miércoles, 28 de noviembre de 2007
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2 comentarios:
Tienes que ver más TPA, Pley. Así podrías levantarte con espíritu optimista todos los días de la semana y no te envenenarías con ingenuas conspiraciones.
Es que la televisión de todos los asturianos no llega a la sombría zona en la que vivo.
A ver si consigo que alguien me grabe lo más destacado, que me corroe las entrañas perderme esa programación. Y lo peor es que luego no puedo comentar nada en el blog.
Pero no te preocupes, he dado por cerrado el tema Musel hasta que se anuncie el próximo sobrecoste
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