
Gaspar Llamazares lo tiene todo controlado. Por lo menos eso pensamos en El Maicrogüeif. Creemos que el Coordinador General de Izquierda Unida tiene una estrategia infalible. Un as en la manga de cara a los próximos comicios.
Llamazares sospechaba lo que iba a pasar en el PP. Intuía que Rajoy la montaría con Gallardón y anticipó que los populares le darían a ZP las elecciones en bandeja. La consecuencia de esto, según los cálculos de Llamazares, es que el votante progresista no tendrá la necesidad de unir en el PSOE el voto útil contra la amenaza de la derecha, lo que hará que una parte del electorado progresista, relajado ante la falta de tensión electoral, se reparta entre el resto de partidos de izquierda. Mientras el PP le hace la campaña, él puede dedicar su tiempo a enredar en la red y a regalarnos creaciones inolvidables, como nuestro nuevo y singular amigo… Super Gaspi.
SuperGaspi es, como ya todos sabéis, el alter ego virtual de Gaspar. Su avatar. Es decir, la proyección de Llamazares en Internet, que no tiene por qué ajustarse al Llamazares terrenal. Porque en la red nadie es quien dice ser. Lo más normal es que alguien que navegue bajo el alias de lolita16 sea un maromo dos metros de alto, con un solo ojo, dos dientes y tres piernas, que busca relaciones serias con chicas de su misma edad para hablar de chicos y hacer fiestas de pijamas.
En el caso de Llamazares pasa algo parecido. La tecnología ha convertido a un enclenque, aburrido y blanquecino hasta la transparencia Llamazares, en un hercúleo héroe con las abdominales más marcadas que una tableta de Milka y las piernas más largas que las de Adriana Karembeu; embutido en un flamante traje rojo, ceñido por un cinto con los colores de la enseña republicana, y salpicado por el verde de unos enromes calzones, auténticos protectores de su virilidad.
Lo cierto es que el nombre de SuperGaspi (que nos encanta) no es definitivo. Entre otros se baraja el original y discreto Super IU. Nosotros, humildemente, desde aquí proponemos otros más llamativos y viscerales como Gaspiderman, Gaspman, Llamazarman, LlaGasman, SuperLlaGas, MeGaLlasman, El Chapulín Colorado, GasLLaman, El Mega Hombre, El Rojo enmascarado, IronGasp, El Increíble Gasp o Gasp Gordon.
Sea cual sea su nombre definitivo, SuperGaspi no encaja bien en una campaña electoral, pero es la mejor campaña publicitaria de todas cuantas podía haber ideado Izquierda Unida. Ridícula, sí. Pero buena.
Las nuevas tecnologías y la sociedad de la información nos han abierto las puertas de un nuevo mundo en el que es preciso consumir para formar parte del sistema. Un mundo en el que la mayor parte de la información que recibimos a lo largo de un día es publicidad. Publicidad en el móvil, en la tele, en la radio, en Internet, en el autobús, en las revistas, en los periódicos…
Los estrategas políticos se han dado cuenta de esto y han comenzado a tratar a los votantes como consumidores y a los candidatos como a productos. De manera que la intención de las campañas electorales es la de colocar su producto en el mercado a través de los distintos mensajes de cada partido. Pero estos mensajes, para los publicistas, son lo de menos. Ya que el verdadero objetivo que persigue la publicidad es que el consumidor se quede con el producto. Que recuerde la marca, ya sea asociándola a una canción estúpida, a una coletilla consonante a un personaje famoso o a uno ridículo.
Lo importantes, por tanto es que el público tenga una referencia del producto. Otra cosa será que después cada uno quiera conocer el artículo y, posteriormente, comprarlo o no. Eso a un publicista le da igual. Lo que le importa es que el mensaje impacte con independencia de su contenido
Esta visión publicitaria de las campañas electorales contrasta con la perspectiva romántica de los partidos políticos afanados en la empresa de transmitir los valores de cada ideología entre el pueblo, preocupados por el fondo del mensaje, más que por la forma. Eso se ha acabado, amigos, si es que algún día existió. Ahora sólo vale vender. Es cierto que todavía hay una parte de la población que se aferra a su estúpida ideología, pero cada vez son menos y más viejos. Y cuando sucumban ya solo quedará Mercado. Mercado plagado de consumidores que pagan con votos.
Así que Llamazares, enhorabuena por la campaña. Sólo te falta convocar un concurso para elegir un nombre, y vender un montón de camisetas, muñecos y pegatinas de tu avatar. ¡Basta ya de propaganda! ¡Viva la publicidad!
El Pley