
Desde que Javier de la Rosa se dedica a pactar penas menores, desde que Mario Conde (¿nadie va a escribir el libro "Los que le llamábamos Mario"?) se ha convertido en uno de los frikis de los que le gusta psicoanalizar a Jesús Quintero, después de todo eso: ¿de qué yate hablamos? De ese que véis en la foto. Del yate de Francisco Hernando, alias "El Pocero".
Se trata de un señor yate, el mayor de España, que se va a llamar Clarena II: costó 60 millones de euros, según declara él. El Clarisa I se lo vendió por (oficialmente) 18 millones a un tal Villar Mir, ese de los agujeros del metro de Barcelona. Se vé que a esta gente que le gusta tanto mover la tierra se echa a la mar a las primeras de cambio. Pa desahogar será.
Estamos ansiosos por conocer las aventuras que planea este as del capitalismo a la española con su imponente buque. ¿Será un nuevo Colón? ¿Acaso un Elcano? ¿O irá más por la línea armada de un Churruca? Quién sabe, quién sabe lo que se le puede ocurrir al bueno del Pocero. Nos tienta la idea de que con este majestuoso navío quiera recorrer mares en busca de nuevos terrenos, o tal vez construir unos mares nuevos para él y sus felices compradores de casas baratas a la vera del AVE. O, quizá, quiere la lanchona para darse una vuelta por Tailandia, ahora que descubrimos por qué nos importa tanto. No sabemos, de verdad, aunque bien pensado tampoco creemos que lo sepa él porque, a fin de cuentas, lo que importa de la burra ¿no es que sea grande? Nos alivia saber, en todo caso, que ya tenemos yate. ¡Cómo se echaba de menos!
elbuzo
Se trata de un señor yate, el mayor de España, que se va a llamar Clarena II: costó 60 millones de euros, según declara él. El Clarisa I se lo vendió por (oficialmente) 18 millones a un tal Villar Mir, ese de los agujeros del metro de Barcelona. Se vé que a esta gente que le gusta tanto mover la tierra se echa a la mar a las primeras de cambio. Pa desahogar será.
Estamos ansiosos por conocer las aventuras que planea este as del capitalismo a la española con su imponente buque. ¿Será un nuevo Colón? ¿Acaso un Elcano? ¿O irá más por la línea armada de un Churruca? Quién sabe, quién sabe lo que se le puede ocurrir al bueno del Pocero. Nos tienta la idea de que con este majestuoso navío quiera recorrer mares en busca de nuevos terrenos, o tal vez construir unos mares nuevos para él y sus felices compradores de casas baratas a la vera del AVE. O, quizá, quiere la lanchona para darse una vuelta por Tailandia, ahora que descubrimos por qué nos importa tanto. No sabemos, de verdad, aunque bien pensado tampoco creemos que lo sepa él porque, a fin de cuentas, lo que importa de la burra ¿no es que sea grande? Nos alivia saber, en todo caso, que ya tenemos yate. ¡Cómo se echaba de menos!
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